Son considerados la lacra de la sociedad, destrozados y andrajosos, algunos violentos, apestando, muchas veces con heridas supurando o úlceras en todo su cuerpo, son repugnantes y temerosos, no saben leer y escribir las palabras „abuso, violencia, humillación, violación" pero saben mejor que los otros, mejor que muchos otros chicos lo que significan esas palabras.
Son palabras humillantes que han sido vivencias propias, palabras de dolor físico y psíquico - y algunos de esos niños aún no tienen ni siquiera diez años.
Almas de niños heridas- sin las más mínimas perspectivas de futuro. Buscan su comida en los basurales en medio de perros deambulando, niños deambulando... ¿Hay alguna diferencia? ¡No hay!
Estos niños saben instintivamente, que alguien sí les puede ayudar. No es uno de ellos, es un voluntario de Suiza, su nombre es Stefan Gurtner, un joven que en el futuro quería estudiar literatura. Es blanco, pero confían en él. Y por eso le insisten que les ayude.
Sin medios, sin experiencias o formación académica, en un país extranjero que está en una crisis económica y moral sin fin y constantemente al borde de una guerra civil, comienza su lucha a favor de estos niños, en circunstancias casi inimaginables para los europeos. Sus planes de estudiar literatura y un futuro seguro a cambio de una vida insegura llena de problemas y persecuciones.
Una idea sin esperanza, que normalmente estaría condenada al naufragio y exterminio irremediable. Pero no para Stefan Gurtner. Con la ayuda de una parroquia en Alemania, de su familia y de sus amigos en Suiza, fundó una comunidad, que hoy se llama Tres Soles.
De esta comunidad surge el "Ojo Morado", un grupo de teatro. Es parte de su concepto de educación alternativa. Juntos escriben y representan piezas de teatro, que no están al gusto de los poderosos. Recibe amenazas y hasta es encarcelado. Su esposa boliviana, comprometida con el trabajo hacia los más débiles, tiene que intervenir siempre cuando la existencia de Tres Soles está en riesgo.
Varias veces el proyecto también estuvo al borde de cerrar sus puertas por falta de recursos económicos. Recursos que son casi ridículos en comparación a los exorbitantes montos que las grandes organizaciones gastan en la llamada „ayuda al desarrollo", que muchas veces se pierde en medio de la ineficiencia y en la corrupción.
Hoy podemos decir, que la decisión de los niños de "atar" a Stefan Gurtner fue una decisión acertada, pues muchos de ellos han encontrado o encuentran un verdadero hogar en Tres Soles.
Recuperar la dignidad humana, superar el papel de víctima y al mismo tiempo de agresor, desarrollar habilidades propias, solucionar problemas cotidianos, pensar críticamente - todo esto, sin ninguna duda, es de fundamental importancia para crear un proyecto de vida sostenible.
Pero al final sólo puede funcionar si estos puntos innegablemente importantes son enfrentados a la realidad, a una realidad boliviana con las circunstancias políticas y sociales que rigen en el lugar. Sólo si se logra esto, un trabajo de este tipo no esta condenado al fracaso. Y eso lograron Stefan Gurtner y su esposa Guisela de una forma ejemplar.
Es una historia como en un libro - y realmente se puede leer con lujo de detalles en un libro llamado „Los niños de Tres Soles" - muy interesante y conmovedor y, por lo menos en lo que a mi persona se refiere muy instructivo y reflexivo
MUCHAS FELICIDADES TRES SOLES!
Sabine Jorkowski
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El fundador y acompañante del proyecto relata sobre sus experiencias de veinte años de trabajo:
Cuando aquel 1ero de febrero de 1989, o sea hace veinte años, tuvimos que salir del Comedor Popular con un grupo de niños callejeros, no teníamos nada, excepto un poco de dinero para pagar el alquiler de una casa semidestruida en un suburbio de El Alto y muchas ilusiones y esperanzas. Aquel día nevaba, hacía mucho frío y en las ventanas no había vidrios.
Guisela, mi actual esposa, y yo antes habíamos trabajado un año y medio como voluntarios en el Comedor Popular, el cual era financiado por la Iglesia Católica. Allí nos habíamos ocupado de un programa para niños que vivían en la calle. Lamentablemente el Comedor Popular no tenía las mínimas condiciones para este trabajo y los niños estaban entremezclados con alcohólicos y drogadictos de diferentes edades. Al final sólo tuvimos dos alternativas: entregar los niños a la estatal Dirección del Menor o fundar un albergue, es decir una comunidad independiente del Comedor Popular. Como sabíamos cuan inhumano era el trato en los llamados reformatorios estatales, nos decidimos por la segunda opción. Fue como saltar al agua fría o como el balanceo al borde de un abismo, como yo lo describí este momento terrible en mi libro "Los niños de Tres Soles".
Una de mis tareas en el Comedor Popular consistía en la traducción de la correspondencia del sacerdote responsable con sus donadores en Alemania, en especial con la Parroquia San Conrad de Mannheim. En una carta me despedí de ellos y les expliqué las razones para nuestra decisión.
El primer tiempo en El Alto fue extremadamente difícil, mis ahorros y un monto que me habían dado mis familiares en Suiza rápidamente fueron gastados para cubrir las necesidades más urgentes. Las organizaciones de ayuda a las cuales habíamos escrito, nos negaron el apoyo porque éramos "muy pequeños", no teníamos "plan de trabajo ni presupuesto" y no teníamos profesionales del área para "encaminar correctamente nuestro propósito". Cuando ya queríamos rendirnos, ocurrió un gran milagro. Sé, somos personas razonables e inteligentes, pero insisto en que ocurrió un milagro. Un milagro que nos permitió seguir con nuestro trabajo durante veinte años y que ojala nos sirva para seguir trabajando muchos otros años más. Un milagro que posibilitó a muchos niños y niñas marginados a llevar una vida digna, ir a la escuela y aprender un oficio. Un milagro que me devolvió la fe en Dios. El milagro llegó transformado en una carta. En estos entonces todavía se escribían verdaderas cartas que se mandaban en sobres, adornados con lindos timbres postales a través del correo y que a veces tardaban varias semanas y meses incluso hasta llegar a su destinatario. A veces las cartas también se perdían. No me puedo ni imaginar lo que hubiera pasado, si precisamente esta carta se hubiera perdido. Si en cualquier centro de distribución hubiera entrado a una bolsa equivocada. Si hubiera sido llevada a un avión equivocado que despegaba hacia el lejano oriente. O si hubiera caído de la bolsa y quedado botada en el piso. Si la lluvia la hubiera mojado y borrado sus letras. Si hubiera sido alzada por un barrendero y tirada al basurero o, peor aún, quemada. Quizás un buen hombre hubiera sacado cuidadosamente los timbres para regalarlos a sus hijos, allá en Sao Paulo o Lima.
La carta de la cual estoy hablando llegó con éxito a su destinatario, a una pequeña casilla postal de la ciudad de La Paz, sede de gobierno de Bolivia. El correo se ubicaba en una casa estrecha del tiempo colonial, cuyo patio - donde funcionaban las ventanillas - estaba techado precariamente con unas calaminas. Tuve que abrirme camino penosamente entre la muchedumbre, abrí la casilla y saqué la carta con una seguridad casi divina. Era la única. Hubiera podido llegar entremezclada entre otras cartas y caer sin que yo me hubiera dado cuenta. Como remitente estaba escrito: "Parroquia San Conrad, Mannheim, Alemania." Metí la carta a mi bolsillo y me fui a un café a la vuelta del correo. No quiero explayarme en lo que hubiera podido pasar en el camino. Entré a un café cercano y me senté frente a una mesita. Quería leer la carta sentado. También esperé hasta que me habían traído el café - con un poco de leche, me recuerdo perfectamente - e inclusive hasta que había tomado un sorbo grande. Recién ahora abrí lentamente el sobre, con el agarrador de la cucharita. Rápidamente miré lo escrito y en el primer momento quise desmayarme. Era bueno que estuviera sentado. La Parroquia San Conrad me hizo saber que había recibido mi carta y que estaba interesada en apoyar nuestro nuevo proyecto. Pese a que yo no había solicitado ningún apoyo. Pese a que la gente allí, ni el propio Padre Hermann, me conocían. Y pese a que no éramos un proyecto católico. Pese a que no teníamos plan de trabajo ni presupuesto. A pesar que el trabajo con estos niños eran muy incierto y muy riesgoso. Como me enteré más tarde, los argumentos del Padre Hermann eran primordialmente de carácter humanitario y humano.
Cuando volví a meter la carta a su sobre, supe que nuestro proyecto tenía futuro, pase lo que pase con la carta ahora (en uno de nuestras muchas mudanzas más tarde realmente se perdió). Poco después recibí el mensaje de una amiga de un diplomático suizo que iba a financiar el alquiler de la casa. Ella, al igual que la Parroquia San Conrad, nos apoya hasta hoy en día. Ni ella ni la Parroquia nunca nos han puesto condiciones. Nunca nos han obligado a realizar trabajo misionero. Nunca han desconfiado, inclusive cuando yo estuve en la cárcel. El primero de febrero de este año 2009 hemos festejado nuestro vigésimo aniversario. Sólo hemos invitado al sacerdote local, para leer una misa de agradecimiento y bendecir a los chicos, al personal y la casa. No hemos invitado a nadie más, ningún personero oficial, ningún funcionario de la Dirección del Menor. Nuestro agradecimiento dirigimos únicamente a Dios y a todas las personas que durante estos veinte años de una u otra forma apoyaron a nuestro trabajo - y que hicieron posible un milagro.
Con muchos saludos, Stefan
P.S. Gracias a unos amigos voluntarios hemos podido reestructurar nuestra página web (www.tres-soles.de). Si hicieron muchas nuevas fotografías para el paseo virtual y pronto estará disponible también en español. . En la página se puede ver (lamentablemente sólo en alemán) la mayoría de los eventos durante mi gira de promoción en Alemania, Austria y Suiza prevista para agosto hasta diciembre de este año.
LIBROS Y TEXTOS QUE SE PUBLICARON SOBRE MI TRABAJO Y SOBRE EL TEMA BOLIVIA
Hace algunos años se publicaron en la editorial "Los Amigos del Libro", con el auspicio de la Fundación Arnoldo Schwimmer, cinco obras de teatro, creadas y adaptadas colectivamente entre los años 1993 y 2000 con nuestro grupo de teatro "Ojo Morado" ("El Lazarillo del Choqueyapu", "El País de la Fantasía", "El Principito", "La Cruzada de los Niños" e "Imágenes de un ausente"). Pueden comprarlas en las filiales de los "Amigos del Libro" en Bolivia o pedirlos directamente a mí.
No se olviden que en las filiales de „Los Amigos del Libro" además pueden comprar mis libros "Pata Chueca" y „El grano verde" en su versión castellana.
Se publicaron también en Alemania "Las aventuras del soldado Cara de Leche" (novela histórica sobre el fin del imperio de los incas) y "Los niños de Tres Soles" (relato sobre la historia de Tres Soles y el grupo de teatro Ojo Morado), ambos lamentablemente disponibles sólo en alemán |